El motivo de este año no puede ser más carrero, un Pz. IV. su tripulación y los sufridos infantes que viajan encima. Se puede uno preguntar cómo una ¡dea tan manida al final se hace con el premio absoluto. Quizá sea por algo tan sencillo como la expresividad. Este mismo autor el año pasado nos sorprendió con una locomotora blindada alemana, pintada con una técnica muy peculiar que nos producía la impresión de que reproducía hasta la carbonilla de las chimeneas. Unas buenas figuras completaban el trabajo. Este año, Phil Stutcinskas se ha percatado de que los personajes tenían que tener tanto protagonismo como la máquina, y que el resto, carro incluido, debería ser el marco, mientras que el cuadro, o sea los protagonistas, eran las personas.El objetivo lo ha cumplido con creces, la composición y la interrelación de las figuras son de una perfecta conjunción, mucha transformación y modelado para llegar a esta solución, ya que la pintura gótica y algo tenebrísta resulta de una espectacularidad sobrecogedora. El grupo de figuras impresiona. donde ni una sola cara tiene la misma expresión.
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