Después de la pérdida de su imperio colonial africano, Mussolini se encontraba luchando contra su orgullo al tener que verse cada vez más supeditado militarmente a las fuerzas alemanas y a la evidencia de un ejército italiano en estado calamitoso, cansado y con nulo espíritu de combate. Por su parte, los aliados empezaron atacando la pequeña y fortificada isla de Pantela-ria. situada entre Túnez y Sicilia, sometiéndola a intensos bombardeos aéreos y artilleros que finalmente causaron, para estupor de las fuerzas invasoras, que la guarnición se rindiera sin disparar un sólo tiro. Su capitulación arrastró a otras dos islas, Lampedusa y Linosa... El camino quedaba despejado. Cuando el 10 de julio de 1943 los aliados desembarcaron en Sicilia, la mayoría de las fuerzas defensoras italianas alzaron las manos y se entregaron en masa, pero los alemanes no lo iban a poner tan fácil. Con una fuerte resistencia fueron retirándose hasta las faldas del volcán Etna, aprovechando al máximo las posibilidades defensivas que ofrecía el terreno, y de allí pensaban no moverse. Pero la abrumadora superioridad aliada fue empujándolos hacia Messina. Mientras la población civil, harta de la guerra, de los alemanes y de Mussolini, recibía a los invasores con rosas y chianti, las fuerzas germanas se ponían a salvo a través del estrecho de Messina en una evacuación que se llevó a cabo con la típica eficacia y meticulosidad germana.